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Mar Peté

Desde mis tacones

Enredando y sin atinar

ojYa se acercan las fechas en las que los más valientes, o quizá debería decir los más incautos sabelotodo, van de televisión en televisión vaticinando lo que nos va a deparar el año que viene. Unos, en plan acojone, nos anuncian guerras químicas con finales del mundo incluidos. A otros les pone más el morbo del famoseo y basan toda su sapiencia futuróloga en amoríos y desamoríos de los personajes de más tirón del momento e incluso hasta osan desenterrar del olvido a alguno de esos de los que hace mucho no se sabe nada y así vuelve al candelero, aunque sea a costa de alguna catástrofe nuclear en su vida festivo-amorosa.Es curioso, porque los espectadores, yo incluida, escuchamos todos esos presagios con ciertas dosis de credibilidad, nos escandalizamos, algunos hasta los damos por imposibles, pero en el fondo llegamos a dudar por si pudieran realmente suceder aunque sea solo un poco, no vaya a ser que se cumplan las profecías y a mí, por incrédula, me pille fuera de juego y, como siempre, me pierda lo mejor o termine pringada en lo peor. Pero digo yo, ¿dónde están ahora que se está acabando el año todos esos que auguraban tales tropelías para el 2017? Pues me figuro que más de uno anda escondido y atrincherado en vista de que no dio pie con bola o quizá esté en la fila del INEM porque para este fin de año no creo que lo vuelvan a contratar como adivinador.

Yo no sé si alguno tuvo alguna visión sobre los disparates que iban a pasar en Cataluña, pero estoy muy segura que se habrá quedado corto y eso que aún nos queda por ver cómo salimos parados del 21-D. Pero vamos, si en su bola de cristal ve la cara de Puigdemont haciéndole ojitos, mejor será que la desconecte hasta la vuelta y que el personaje en cuestión se tome su cava y su turrón por tierras belgas, porque estoy muy segura de que el futuro, el presente y el resto de los españoles se lo vamos a gradecer y mucho.

Por lo demás, lo cierto es que las cosas no han cambiado demasiado de un año para otro, o eso parece. Los mangantes aún siguen, aunque ahora parece que merodean más por los juzgados que hace algunos años. Y la Preysler, ahí está ella tan contenta y tan estirada, de piel y de lo otro, como siempre.

La verdad es que con mis pronósticos aún no sé si dieron en el clavo o mi adivina personal desvarió tanto que ni ella misma sabía qué me decía cuando me soltó:

-De tu pasado, volverá. En tu presente estará, sin estar. Tu futuro… llevará su nombre.

Y ale, todo eso así, de sopetón y sin manual de instrucciones. Por culpa de eso llevo yo todo el año elucubrando a ver si ese futurible fuera a llevar la cara de uno que está más que pasado, aplastado y pisoteado… pero sin rencor, ¿eh? Lo cierto es que, a mil gracias, no he tenido la desdicha de cruzarme con su linda cara en todos estos meses.

-No seas bruta- me reprocha mi querida visionaria particular.- El futuro es más sutil, y cuando menos te lo pienses, ¡ya verás como le pones cara, nombre y lo que le haga falta!

Pues sí que estamos buenas, yo estoy ya en una edad que lo de las sutilezas como que no. ¡A mí lo que me gusta es ver y tocar desde el minuto cero!

-Igual el futuro lo tienes más cerca de lo que te crees, pero como andas empeñada en enredar con el pasado…

Pues yo creo que un poquito de razón sí que va a tener, pero no pienso reconocérselo, que a esta le da el subidón y para el año que viene me echa algún conjuro y me chafa los doce meses siguientes.

Por aburrimiento me he puesto a revisar el 2017 de mi móvil, los whatsAaps, las fotos, los mensajitos y ya, cuando llegaba casi al lado oscuro del fondo de armario del teléfono, me aparece tu jeta. Bueno tu carita, tu sonrisa y tu mensaje de felicitación de las Navidades pasadas. Y de pronto me doy cuenta de que, desde entonces, a ese whatsAap le han seguido unos cuantos más. Y sí, lo reconozco, a los tuyos les correspondieron los míos y así hasta ayer mismo que nos llamamos para nada y para todo al mismo tiempo. Y entonces a mí me vienen a la cabeza las palabras de mi predicción del 2017: “De tu pasado volverá. En tu presente estará, sin estar. Tu futuro llevará su nombre.” Y me echo a temblar. Todo se me remueve y el corazón me va a trompicones. Me queda un mes para terminar el año, un mes para no enredar con el presente y atinar más con el futuro.

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Sobre el autor

Contar historias, soñar ilusiones, sentir la vida, compartir sensaciones, descubrir secretos, atravesar lo prohibido... Porque vivir es reír y disfrutar, es contagiarse de la alegría. Porque detrás de cada experiencia siempre hay miles de caminos esperándonos y yo me niego a quedarme quieta. Y como no hay nada como ser el protagonista de nuestros errores y aciertos, de nuestras dudas y de nuestras decisiones, aquí estoy, dispuesta a pasar contigo estos relatos llenos de magia. Un día descubrí que escribir desde lo alto de mis tacones era mucho más divertido y entonces me di cuenta que desde aquí arriba la vida se veía tan bonita que decidí compartirlo. Quizá al leer mi blog te digas: "esto me pasó a mí", "anda, esto me suena", "qué bueno, nunca se me habría ocurrido", "¿será posible que estas cosas ocurran?". Con el deseo de que lo disfrutes cada semana con una sonrisa, de que te haga revivir sensaciones y, sobre todo, para que entre risa y risa, también te ayude a darle vueltas a la cabecita y después salgas a comerte el mundo, antes de que el mundo te coma a ti. ¡Bienvenido al blog "Desde mis tacones"!


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