>

Blogs

Pachi Larrosa

El Almirez

A la rica cucaracha

A woman poses with a locust between her teeth at a discovery lunch in Brussels September 20, 2012. Organisers of the event, which included cookery classes, want to draw attention to insects as a source of nutrition. REUTERS/Francois Lenoir (BELGIUM - Tags: FOOD SOCIETY) TELETIPOS_CORREO:%%%,%%%,BELGIUM,BELGIUM

En el último programa emitido de MasterChef la prueba de eliminación consistió en cocinar tres platos con insectos. Ya saben, esos bichos repugnantes que al común de los occidentales nos causan asco, rechazo, angustia en incluso ‘tiricia’ y cuya interacción con ellos consiste en procurar aplastarlos, ahogarlos o envenenarlos. Eso me recuerda que desde hace tiempo, La FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura, ha señalado a los insectos como una alternativa al hambre en el mundo y ha animado, en un informe, a su consumo. Es verdad que casi dos mil especies de insectos comestibles, como escarabajos, gusanos, langostas y libélulas y otras criaturas del señor de similar pelaje forman parte de la dieta de los habitantes de Asia y África, donde viven unas dos mil millones de personas. Y que el aporte nutricional de estos animalejos es importante; de hecho, 100 gramos de hamburguesa ofrecen solamente 245 calorías, 21 gramos de proteínas y 17 gramos de materia grasa; un peso equivalente de larvas de polilla lleva 375 calorías, 46 gramos de proteínas (el doble) y 10 gramos de grasa. Según esto, es mucho más saludable y nutritivo, y por tanto más lógico, comerse una buena cazuelita de larvas de polilla que una Big Mac. Pero no es menos cierto que en toda esta cuestión hay consideraciones de índole mental y cultural que hay que tener en cuenta. En la India pueden estar muriéndose de hambre pero no se les ocurrirá destripar una vaca y hacerla solomillos, de la misma manera que un musulmán no comerá jamás carne de cerdo a no ser que le vaya la vida en ello. Y algo de esto hay. Una entomóloga mexicana, ante la pregunta de qué es lo que tiene que cambiar en el mundo para que se consuman insectos, contesta: «Que haya hambre, entonces, se comerá lo que sea». Al fin y al cabo, nosotros nos comemos vivas viscosas, mucosas y amarronadas ostras y nos parece un manjar del cielo. ¿Y qué me dicen de una asadurilla, un plato de sangre o unos intestinos de vaca? Estoy convencido que la primera persona que consideró la posibilidad de comerse un cangrejo o una cigala estaba pasando más hambre que Carpanta. En fin, la FAO puede hacer las recomendaciones que quiera, pero los tabúes culturales y los condicionantes histórico ambientales solo se rompen en situaciones extremas. Qué quieren que les diga, solo estar al borde de la muerte por inanición podría inducirme a morder una cucaracha, que solo pensarlo el estómago se me da la vuelta.

 

 

 

 

Temas

Sobre el autor

Periodista, crítico gastronómico. Miembro de la Academia de Gastronomía de la Región de Murcia.


junio 2017
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
2627282930