>

Blogs

Pachi Larrosa

El Almirez

El boca a boca digital

Las ‘fake news’ han llegado también a la gastronomía, por la vía de unas redes sociales que amparan  el anonimato

Daniel Castaño

Daniel Castaño

El llamado ‘paradigma digital le ha dado la vuelta al mundo como un calcetín, reconfigurando y poniendo en cuestión  desde la macro y microeconomía hasta las relaciones sociales y personales, y ámbitos clave como los de la frontera entre lo público y lo privado, la conectividad e incluso el propio futuro de las democracias liberales tal y como las entendemos. Y con todo ello, también la ética informativa y las formas de consumir información por parte de los ciudadanos. Pero, ¿y la comunicación gastronómica tal y como la hemos entendido hasta ahora? Pues viviendo la propia crisis de los medios escritos, pero también la específica suya.
En su obra  ‘Estilo, texto y contexto en periodismo’, Núñez Ladevéze propone tres funciones propias de los medios de comunicación tradicionales: función mediadora, función difusora y función sustentadora. Nos importa especialmente la primera función, por cuanto es aquella cuya pérdida de exclusividad por parte de los medios tradicionales más está afectando a la crítica gastronómica como género. Según Ladevéze, «el medio pone en relación al emisor y al receptor». Pero el concepto de mediación va mucho más allá: el profesional del periodismo media entre la realidad, los hechos en bruto´, digámoslo así, y el lector, el receptor, mediante lo que no es sino una manipulación (palabra que utilizo aquí en función sustantiva, no adjetiva): la elaboración periodística que finaliza en una noticia. Pero en los géneros de opinión y valoración, entre los que se incluye la crítica gastronómica, el periodista-mediador se convierte en crítico-prescriptor: un profesional especializado con formación y experiencia, con criterio y capacidad de análisis y dominio del medio en el que publica, que prescribe sobre el gusto gastronómico.
Este es el punto central de la hipotética crisis de la crítica gastronómica. La profesora de la Universidad Rey Juan Carlos Gloria López Jiménez, en ‘El proceso de desintermediación comunicativa’ parte de que «la llegada de las nuevas tecnologías en la sociedad de la información ha supuesto una crisis de mediación en el acto informativo. Surge así el proceso de desintermediación comunicativo, que elimina los intermediarios tradicionales, otorgando protagonismo al usuario y ofreciendo la posibilidad de un contacto directo entre información y receptor a través de Internet». Pero esta aparente democratización, esta especie de colectivización de la información no es gratuita ni inocente. En un artículo periodístico, Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía Política y columnista de los periódicos del Grupo Vocento, advierte de los peligros de algunos de estos fenómenos en los nuevos medios digitales: «Los algoritmos, que en apariencia se limitan a registrar la popularidad y la reputación –atención aquí restaurantes, hoteles, cocineros… –también generan desigualdad (…). Quienes los diseñan parten de la idea de que las noticias  no deben ser elegidas por los periodistas. (…) El procedimiento que proponen registra la reputación a partir del movimiento de los internautas y de este modo se supone que nos libera del paternalismo de los prescriptores». Llevando estas ideas al terreno concreto que nos ocupa, tomamos como ejemplo lo que asegura RS, una consultora experta en la transformación digital de negocios y especializada en el sector turístico: «Lo que realmente ha pasado es que internet propició la aparición de nuevos intermediarios. El más importante es Google, a través del que la mayoría de usuarios inician los procesos de elección y decisión (…), pero también surgieron las plataformas de comparación».
Los investigadores Del Fresno, Daly y Segado acuñan el término ‘Social Media Influyentes’: «Un nuevo tipo de actores sociales independientes, con capacidad de influir en las actitudes de audiencias desde los medios sociales de Internet en competencia y cohabitación con los medios de comunicación tradicionales». Y en el estudio anual de redes sociales, elaborado por LAB Spain, la asociación que representa al sector de la publicidad en medios digitales, se hace un análisis de los  ‘influencers’, es decir, líderes de opinión en las redes sociales, en el que se señala que ya el 72% de usuarios de estas redes las usan para seguir a estos líderes, especialmente Facebook e Instagram. Es decir, que el proceso de desintermediación no es el único que se ha producido en la relación entre realidad- prescriptores-receptores, y al crítico gastronómico de siempre le ha salido  toda una pléyade de entes e individuos competidores.
En teoría esta multiplicación de fuentes de comunicación gastronómica es una gran ventaja para los  ciudadanos-lectores-comensales al poner en sus manos una amplia pluralidad de opciones… siempre y cuando cada uno de ellos sepa siempre quién o qué es esa fuente, qué reputación atesora y que bagaje formativo apoya los criterios que difunde. Y eso que podía estar más o menos claro en  un medio tradicional, con una estructura jerarquizada y una marca que defender detrás, no lo está ni mucho menos en el magna muchas veces ignoto de las redes sociales, sobre las que numerosos estudios vienen alertando de que, del total de las opiniones e informaciones que publican,  hasta un tercio son falsas.
Y es que vivimos en la era de las ‘fake’ hasta en las cosas del comer.

Sobre el autor

Periodista, crítico gastronómico. Miembro de la Academia de Gastronomía de la Región de Murcia.


marzo 2019
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031