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Miguel Rubio

Microhistoria(s)

Casas baratas

Seguro que en su pueblo o ciudad también existe un barrio de casas baratas, esas promociones residenciales que comenzaron a levantarse en España a partir de 1911 con destino a las clases más desfavorecidas. Una investigación de Manuel A. Ródenas López (Moratalla, 1972), doctor arquitecto y profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y Edificación de la UPCT,  pone la lupa ahora sobre este patrimonio «cotinuamente ignorado», que, pese al olvido, forma parte «de nuestro paisaje urbano». Ródenas ya busca apoyos para organizar una exposición con el fin de difundir la importancia histórica de estos conjuntos de viviendas obreras. En esta entrevista, desgrana algunos de detalles de su estudio y aporta ideas sobre cómo poner en valor esta arquitectura.

–Casi todas las localidades tienen sus casas baratas, pero el titulo de su estudio es otro: la vivienda social. ¿Existen diferencias entre ambos tipos de promociones?

–En realidad no hay ninguna diferencia. Las casas baratas son uno de los programas estatales de vivienda social; de hecho, constituyeron los primeros programas de vivienda social. La primera vez que el Estado apoyó económicamente y con exenciones fiscales la construcción de vivienda para las clases más desfavorecidas fue con la Ley de Casas Baratas de 1911. En otros países europeos también se dio aunque un poco antes que en España, como en Italia con ‘Case Economiche e Popolari’ y en Francia con ‘Habitations a Bon Marché’. Mi tema de estudio se centra en ver cómo estos programas se desarrollaron en la Región de Murcia.

-¿Cuándo comienza a plantearse que hay que atender las necesidades de las clases menos pudientes en materia habitacional? ¿Fue una reivindicación social conseguida a golpe de protesta en la calle?
–No se han encontrado evidencias de protestas obreras en la Región cuyo objetivo fuese la mejora de las condiciones de habitación. Hemos de pensar que a finales del s. XIX sus reivindicaciones eran todavía otras de carácter laboral más básico. En realidad se dio una toma de conciencia por parte de diversos sectores de la sociedad al mismo tiempo. Desde mediados del XIX hasta el primer tercio del XX, hubo una gran profusión de publicaciones dedicadas a divulgar la situación de penuria de la vivienda obrera, entre las cuales se encuentran géneros y formatos tan diversos como informes médicos, folletos, encuestas locales y regionales, tesis higienistas, sermones morales, obras literarias de ficción o ensayos políticos. Según algunos autores existen cuatro etapas cronológicas para el desarrollo del concepto de la vivienda social en Europa y un evidente cambio de mentalidad. Estas cuatro etapas comienzan con una preocupación por la higiene y la salubridad, seguida de la búsqueda de alojamiento para las masas obreras y resolver el problema de la carestía de habitación. El tercer paso sería el planteamiento de soluciones específicas de viviendas obreras por parte de partidos socialistas y sus sindicatos. Y, por último, el proceso finalizaría con las grandes realizaciones sociales y urbanísticas a partir de los años 20. En cuanto al cambio de mentalidad, cabe reseñar la evolución que sufrió la visión de la pobreza de las clases sociales más bajas, desde un mal necesario al que sólo se le puede hacer frente con resignación o con obras de caridad, para pasar a la evaluación de esta pobreza como miseria condenable y erradicable por diversos métodos.
-¿Hasta que comenzaron a ejecutarse estos planes de viviendas sociales, en qué condiciones vivían las familias trabajadoras?
–Las condiciones de las clases más desfavorecidas eran realmente penosas, llegando en casi la totalidad de los casos a niveles de infravivienda. Familias enteras viviendo en una sola habitación, en interiores de patios, bajoescaleras o incluso muchas en buhardillas. Muchas de las imágenes o escenas pintorescas de la vida cotidiana de aquel tiempo que hoy nos remiten a aspectos folclóricos o tradicionales escondían detrás realmente una condición de miseria del operario, minero o jornalero.
-¿Qué papel jugaron estos conjuntos en el desarrollo urbano de las ciudades?
–En muchos de los casos estudiados en España, el desarrollo de los programas de Casas Baratas supuso por primera vez la ampliación de las ciudades mediante barrios enteros completamente nuevos, como los casos de Madrid, Málaga o Valencia. Algo que hasta hace poco nos parecía normal en nuestras ciudades como es el desarrollo y ejecución de un plan parcial, por ejemplo, con la construcción de una barriada nueva, no era conocido aún a principios del siglo XX. En el ámbito de la Región de Murcia, la ciudad que más creció debido a las Casas Baratas fue Cartagena, ya que en ese momento la población se encontraba hacinada dentro del casco histórico amurallado pero contaba ya desde 1896 con su Proyecto de Reforma, Ensanche y Saneamiento que le permitió expandirse. Cuando comenzaron las leyes de Casas Baratas en 1911, 1921 y 1924, Cartagena presentaba las condiciones perfectas para promover este tipo de actuaciones.
-¿Se tuvo en cuenta la calidad de los materiales, la salubridad de las estancias… En definitivas, se construyeron ya con estándares más modernos?
–Por supuesto, cada Ley de Casas Baratas venía acompañada de su Reglamento de aplicación y en este documento se detallaban todas las especificaciones técnicas que las viviendas deberían incorporar si querían optar a la obtención de subvenciones. Estas características incluían cuestiones métricas y de superficies de las estancias, condiciones mínimas de ventilación y soleamiento y de protección frente a la humedad, como por ejemplo la inclusión de una cámara de aire bajo el suelo de la vivienda. Sin embargo, aunque esto fue un gran paso, encontramos que estas medidas no influyeron tanto en la producción de vivienda por parte de los particulares. Al no desear optar a subvenciones continuaban construyendo con los estándares y costumbres antiguos. No obstante las sociedades constructoras y las cooperativas de viviendas sí que incluyeron en sus proyectos algunos de estos avances porque competían entre ellas o lo demandaban los propios socios.

Manuel A. Ródenas. / P. SÁNCHEZ

Manuel A. Ródenas. / P. SÁNCHEZ

–De todos los conjuntos de casas baratas que se conservan en la Región, ¿cuáles destacaría por su importancia y valor patrimonial?
–Son importantes los conjuntos y barriadas de casas baratas desarrollados en Cartagena, por la cantidad de sociedades constructoras y cooperativas que operaron en el primer tercio del siglo XX y la extensión de las mismas. Al ser una ciudad con un fuerte carácter industrial y un entorno eminentemente obrero fue ahí donde realmente tuvo su origen la vivienda social en nuestra región. Especialmente destacable es el Proyecto de 1.500 Casas Baratas en el Ensanche de Cartagena, hoy conocido como ‘Ciudad Jardín’, aunque en segundo lugar estarían todas las viviendas ejecutadas por la Sociedad Cooperativa ‘La Conciliación’, la primera en construir, en Los Barreros y también en el Barrio de La Concepción. En el resto de la Región se han encontrado operaciones puntuales de vivienda o barriadas pequeñas.
–¿Es partidario de otorgar algún tipo de protección a estas ‘urbanizaciones’ con el fin de asegurar su conservación como parte de la historia del XX?
–Esta cuestión es muy compleja y afecta a muchos agentes de la sociedad. Es importante considerar que el patrimonio arquitectónico no sólo lo constituyen los edificios de gran valor artístico. La vivienda obrera forma parte de nuestra historia, de nuestro paisaje urbano, y en general ha sido continuamente ignorada. Ahora bien, no todas las actuaciones tienen el mismo valor o la misma relevancia. Sería partidario de algún tipo de protección para aquellas actuaciones que, por sus características (formales, compositivas, urbanas, espaciales, entre otras) fuesen trascendentes en la historia de la ciudad y mereciesen ser conservadas. De hecho, esto ya es tenido en cuenta por algunas administraciones y existen conjuntos de viviendas con protección en el planeamiento municipal, lo cual es un paso importante para su puesta en valor.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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