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A rey muerto…

Teodoro García y López Miras pactaron en una comida en ‘El Callejón de los Gatos’, de Albacete, la estrategia común para apoyar la candidatura de Casado y blindarse de las intoxicaciones que habrían de llegar del equipo de Sáenz de Santamaría

En aquella tertulia de Telemadrid, muy del gusto de la entonces presidenta Esperanza Aguirre, la veterana conductora del programa no dudaba en interrogar previamente a sus nuevos invitados con una pregunta disparada a bocajarro: «¿Tu no serás sorayista, verdad?, porque aquí no lo somos para nada». Era la primavera de 2008 y quien sería mano derecha de Rajoy durante la siguiente década fue recibida de uñas, por el sector más aznarista del PP, como sustituta de Zaplana al frente de los populares en el Congreso de los Diputados. Durante años habían sido legendarias las luchas intestinas de la FederaciónSocialista Madrileña, pero las que vivía entonces el PP alcanzaban dimensiones estratosféricas en la capital. En términos políticos, la guerra entre Aguirre y Gallardón era a muerte. Lejos de ocultarla, la lideresa que más presión ha ejercido nunca de manera directa o indirecta contra la libertad de prensa, visibilizaba el enfrentamiento a la menor ocasión ante los periodistas. ¡Joder, qué tropa!, llegó a exclamar en público un irritado Rajoy. A la fuerza, Soraya Sáenz de Santamaría aprendió rápidamente a defenderse. Y con el tiempo también dominó el arte del contraataque. Mucho después fueron Margallo y otros ministros de Rajoy quienes se sintieron atacados por la todopoderosa exvicepresidenta y urdieron una alianza defensiva en el seno del Gobierno.

Con todo el poder orgánico y político controlado por Santamaría y Cospedal, curtidas en mil batallas internas, tiene especial mérito la victoria de Pablo Casado. Enfrentarse a ambas en unas primarias parecía misión imposible. Dar un paso adelante suponía de entrada desafíar un guión escrito por el expresidente saliente, un relato en el que no figuraba ni de lejos el nombre del joven diputado. Mucha responsabilidad en ese éxito tuvo su jefe de campaña, el ciezano Teodoro García, luego recompensado nada menos que con la secretaría general del partido. Siempre se ha dicho, con razón, que los populares murcianos nunca han tenido peso en Madrid. Cuentan que al llegar a la Roda empezaban a temblar las piernas y del ímpetu reivindicativo ya no quedaba nada al cruzar la M-30. Sea cierto o no, es un hecho que quien dirigió el PP murciano durante dos décadas, Ramón Luis Valcárcel, nunca supo moverse allí con la habilidad que mostraba aquí. En ese aspecto específico, Teodoro García representa el polo opuesto. En tiempo récord ha sabido integrarse en el alambicado mundo político de Madrid, donde entrar es fácil pero sobrevivir es mucho más complicado. Muy pronto lo comprobará. A favor tiene su buena formación académica y política, su juventud, la rapidez con que aprende de sus errores y el no rehuir el combate dialéctico incluso en la situaciones más adversas. Ahora se verá obligado a pulir algunos de sus excesos verbales en un puesto de enorme sobreexposición mediática y a enderezar esa fama (bien ganada) de hombre caótico en su agenda diaria, capaz de quedar con tres personas a la vez en tres puntos distantes y pensar que irá sobrado de tiempo. Fernando López Miras echó una mano relevante al tándem Casado-García, arriesgando cuando no estaba clara la victoria. Nada, no obstante, quedó a la improvisación. Una vez que votaron los afiliados el pasado 5 de julio, decantándose por Casado, López Miras y Teodoro García pactaron una estrategia en una comida en el restaurante ‘El Callejón de los Gatos’ de Albacete, donde se blindaron de posibles intoxicaciones por parte de la candidatura de Santamaría y acordaron publicitar el apoyo de Miras en el momento oportuno a quien acabaría convirtiéndose en presidente del partido. La apuesta les ha salido mejor que bien. Ni en sus mejores sueños podían imaginar en el PP regional que uno de los suyos llegaría a secretario general, una baza especialmente útil para López Miras de cara el futuro. Además, otros dos dirigentes murcianos entraron en el Comité Ejecutivo, el diputado Javier Ruano fue aupado a la portavocía de Economía en el Congreso e Isabel Borrego estará en la dirección del grupo parlamentario. Semejante cosecha contrasta con el error de cálculo de Valcárcel, que apostó hasta el final por Santamaría. En la cena de la delegación murciana celebrada en la víspera de la votación, aún creía en la victoria de la exvicepresidenta. Una vez conocido el recuento, anticipándose a lo que va a venir en la confección de las listas del PPal Parlamento Europeo de 2019, declaró a ‘La Verdad’ que este verano se planteará su continuidad en la política. Excepto algunos pedáneos que viajan de vez en cuando a Bruselas y puede que algún nostálgico, parece que nadie derramó una lágrima en su partido. Al menos públicamente. Como es costumbre, a rey muerto, rey puesto.

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