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Andrea Tovar

Querido millennial

La parábola final de ‘8 millas’: técnica para darle la vuelta a la tortilla

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Otra de las grandes mentiras del refranero español y del catálogo de expresiones habituales, junto con aquello de que el tiempo todo lo cura y que más vale malo conocido que bueno por conocer, es la connotación negativa de «darle la vuelta a la tortilla». Es lo típico que te dice tu novia para centrar la discusión a su favor: no le des la vuelta a la tortilla.

Sin embargo, dar la vuelta a la tortilla significa «cambiar de manera radical la suerte o determinada situación».

Y aquí es donde entra el profesional: Eminem.

Su personaje en 8 millas, B-Rabbit, era un raperillo de poca monta de los suburbios de Detroit que viajaba en bus, vivía con su madre en una caravana cutre y trabajaba en una fábrica. Con todo, lo peor para él, lo invencible, lo que le bloqueaba la garganta en las batallas de gallos hasta dejarle mudo, era el hecho de ser blanco. Un blanco en un mar de negros. He ahí el paradigma inverso de la discriminación racial: en determinados mundillos, ser blanco es una peste. Léase hip hop y casi cualquier tipo de música, baile, etc. Los blancos se empeñan en hacerse hueco, pero todos sabemos que la supremacía artística de los negros es indiscutible en según qué campos.

Era el caso del pequeño B-Rabbit. No hacía más que rapear en sus ratos libres, pero delante de la masa de titanes negros, representados por la banda Free World, se le hacía una pelotilla en la garganta y nada. Mientras, el club gritaba «choke, choke» (ahogo, ahogo), algo que no alienta precisamente.

¿Qué hizo el pobre B-Rabbit –y Eminem, porque la línea divisoria entre ficción y realidad es difusa-?

Pues le dio la vuelta a la tortilla.

1. SALIR DEL BLOQUEO

Lo primero que necesitó para descongelarse fue un empujoncito. En este caso vino de la mano de Brittany Murphy (D.E.P.), que en la peli parece puesta de algo todo el tiempo y a la vez tiene cierto aire morboso.

B-Rabbit quería lucirse delante de ella. La testosterona a veces es muy útil. Pero el impulso puede venir de cualquier parte. Hay que motivarse. Uno siempre puede recurrir a vídeos de ciclados culturistas, especialistas en motivación random.

2. SUPERAR LAS DUDAS EXISTENCIALES

Cuando comprobó que tenía tanto talento para rapear como cualquier negro, vinieron las dudas. «¿Cómo sabes cuándo hay que empezar a vivir aquí abajo (gesto) en lugar de aquí arriba (gesto)?». Traducción: ¿Me estaré creyendo algo que no soy? Porque me parece que puedo hacerlo, pero no sé, sigo siendo un perdedor. Sigo viviendo con mi madre en una caravana y todo eso. ¿A quién quiero engañar?

Entonces la fuerza motriz tiene que ser más fuerte que el simple impulso gallito del apartado anterior. Aquí entran en juego los ideales de vida. Lily, su hermana pequeña en la peli (clara evocación de Hailey, su hija en la vida real) representa el futuro. ¿Cómo quieres que sea tu futuro? ¿Qué vida quieres darle a Lily?

Esa disonancia entre las expectativas de futuro y la realidad en que vives exige un plus de confianza, de fe. En 8 millas, Brittany Murphy descubre dónde vive B-Rabbit y ahí se produce el choque entre los dos mundos. B-Rabbit se rebota pero ella le dice que no debe avergonzarse. O sea: que los que te quieren te conozcan tal como eres y te apoyen, si lo hacen. Actuar con todo el mundo es muy pesado.

3. ALIARSE CON LA SUERTE

Llegados a este punto, Eminem empieza a darle vueltas a una idea –será la premisa de la técnica de darle la vuelta a la tortilla-. ¿Y si, en lugar de pelear contra el destino, me alío con él?

¿Y si dejo de luchar contracorriente y me dejo llevar por la marea?

Tengo talento, eso lo he comprobado, pensaría B-Rabbit. Lo único que me impide alcanzar la gloria soy yo mismo. Y más concretamente, la idea de que soy un pringado. Un blanquito al que llaman «nazi», «Elvis» y otras lindezas. Eso es lo que me para: la idea de quien soy. ¿Y si empujo un poco más hacia el lado de la confianza, en lugar de apoyarles a ellos en mi autodestrucción?

Decide hacer caso a su sueño y va a la batalla final, por el título, donde solía quedarse paralizado de pánico. Los abucheos siguen, pero no los escucha. Tú mismo no los escuchas, porque su cara de seguridad es suficiente para confiar.

4) LA TÉCNICA

Ahora B-Rabbit tiene que concentrarse en vencer las dificultades objetivas. Debe redoblar su confianza para no dejarse vencer por la avalancha de mierda que le cae encima.

Pero amigos, todo esto carecería de importancia si no hubiera ejecutado la jugada maestra. Este es el vídeo de la batalla final.

  • En la primera ronda, les enseña el culo blanco a los negros.
  • En la segunda ronda, transforma los músculos amedrentadores del adversario en motivo de burla.
  • En la tercera ronda, se produce la magia absoluta.

 

B-Rabbit se luce y nos lega una valiosa lección: decide dispararse a sí mismo primero y antes que nadie. Al relatar cada cosa por la que puede considerársele un pardillo, le da la vuelta a la tortilla. Ahora sus defectos son inatacables, los ha santificado relatándolos él, convirtiéndolos en una ventaja. Los ha sacado a la palestra, se ha vanagloriado de ellos. Una persona que se muestra orgullosa de quien es no puede ser vencida. Nunca. Ni herida, ni dañada. 

Por último, se ocupa de mostrar su absoluta indiferencia hacia la valoración del público, porque ya tiene la suya propia:

«Fuck the beat, I’ll go a cappella. Fuck Papa Doc, fuck the trailer, fuck everybody. Fuck y’all if you doubt me. I’m a piece of fucking white trash, I say it proudly. And fuck this battle, I don’t wanna win, I’m outtie. Here, tell this people something they don’t know about me».

¿Cómo puede un blanco destacar en un mar de negros, donde se encuentra tan excluido? Prestando atención al hecho de que resalta, por un motivo u otro, y cambiándole el signo a su suerte. Esta idea la repite Eminem en muchos temas, convirtiendo su diferencia -motivo de burla, de desprecio, de duda-, en su marca personal. En Without me se ve a la perfección:

I am the worst thing since Elvis Presley/ to do black music so selfishly/ and use it to make myself wealthy/ there’s a concept that works/ 20 million other rappers emerge/ but no matter how many fish in the sea/ it would be so empty without me.

Y así, amiguitos, es como un loser se convierte en un dios.

 

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Sobre el autor

Los millennials entramos en la treintena. www.andreatovar.org


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