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Lola Gracia

Vivir en el filo

Berluscoñi

Berluscoñi me da grima. Pero no está solo. Como dijo hace poco el editor de uno de sus periódicos, Giuliano Ferrara, “Siamo tutti puttane”. O sea, todas somos putas. No sólo las mujeres espectaculares de las party bunga bunga –según il Cavaliere, buenas chicas que sólo aceptan ir a cenar a casa del primer ministro–  sino la corte que rodeaba semejante circo. Y una sociedad que lo respaldaba. Niñas vestidas de monjas, disfrazadas de Ronaldihno.  Fiestacas presididas por señores tripones y calvos, con todos los implantes imaginables, que no fantasean con colegialas. Se las tiran. Todo les está permitido. Sentar en sus rodillas a adolescentes con trenzas, mientras en una mano sostienen un puro y con la otra le soban la teta. Porque no os engañéis. Esto es lo que había en villa Arcore.

Un tipo que dice tener un 90% de Viagra en sangre y que se lo tiene tan creído resulta incluso aburrido. Porque podría ser un sinvergüenza con gracia, pero no, no la tiene. Es grosero, previsible, burgués, nuevo rico. Un dictadorzuelo capaz de las estratagemas más sucias con tal de  ganar: pinchazos telefónicos para eliminar a su competidor, Piero Fasino, o comprar por tres millones de euros al senador de centro derecha, Sergio de Gregorio, y así desbancar a Prodi . ¿Qué necesita circulante? Muy fácil, monta un chiringuito comercial de derechos televisivos, libres de impuestos, et Voilá!. Ya tiene las liras que necesita para meter en los sobres de sus bunga-girls y sobornos varios.

Berluscoñi ha ejercido tres veces como  presidente del Consejo de Ministros, fue ministro de Exteriores y está condenado por corrupción de menores y abuso de poder a 7 años de cárcel. Ruby tenía 17 cuando conoció al interfecto. De sus conversaciones grabadas se deduce que hubo tomate, incluso encoñamiento, pero al cavaliere no le dolían prendas en valerse de cualquier estratagema para librarse de esta condena: “Diles que estás loca”.


El tío es listo. Es dueño de un tercio de la editorial Mondadori, compró la cadena Blockbuster, portales de acceso a internet y parte de Olivetti. Según Forbes, en 2011 su fortuna rebasaba los 7.8 millones de dólares y es fundador y presidente de Mediaset. Todo eso es compatible con cuatro condenas pendientes por los pinchazos teléfonicos, la compra de votos, el caso de los derechos televisivos y, ahora, la historia con la Robacuori, o su nombre original de marroquí, Karima el-Mahroug.

Con una jeta impresionante ha declarado: “Es una confabulación. Una sentencia increíble, violenta. Estoy convencido de mi inocencia”. Pero lo peor no es que este sujeto invente colosales mentiras y las crea. Lo increíble son todos los años en los que ha sido reo y protagonista de la vida política, económica y social italiana. Lo increíble es el apoyo de sus compatriotas durante tanto tiempo. Incluso se publicó un sondeo en el que un 33% de las jóvenes italianas se mostraban dispuestas a costarse con él. A lo que, ufano, añadía: “El resto de las chicas contesta: ¿Otra vez?”.

Algunos piensan que Prodi no fue encausado ni una vez y él lo ha sido en veinte ocasiones, con lo cual, sospechan de un sistema judicial tendencioso. Sea como fuere, los paralelismos con los enjuiciados y procesados españoles son tangibles. Algunos como Conde pasaron años en la trena pero está por ver qué ocurrirá con Bárcenas o Blesa. ¿Por qué tanto chorizo se va de rositas? Fácil, porque como “todas somos putas”, todo el mundo tiene un precio, una boca que callar, una deuda que saldar incluso un ego que inflar. Y así se escribe la historia.

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


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