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Lola Gracia

Vivir en el filo

Maru

 

 

 

Los vemos a diario. Surcan nuestras playas con sus cuerpos atléticos, delgados, oscuros como el café negro. Tan sonrientes.

Uno dijo que se quería casar conmigo. Y otro aseguraba que yo debía ser rica sin ninguna duda porque era muy bonita. Son sus trucos para vender algo. Unas gafas, una gorra de marca, relojes, bolsos. Son príncipes de la arena, embajadores de tantas orillas, con un pasado a sus espaldas que quizá quieran borrar. Y construyen desde la nada.

El otro día Julia y yo nos tomábamos una caña en El Pirata cuando apareció él. Se llamaba Maru. Todo era color. Camiseta verde, dientes blancos, labios rosados y un abanico de bagatelas en su manga y en sus brazos. No me quedaba dinero, casi todo lo habíamos gastado en el aperitivo y con esa pena y sinceridad concluimos nuestra breve transacción. Ya se marchaba: “Maru, espero que lo vendas todo”. Me levanté. Cogí su cabeza con las manos y le planté un beso en cada carrillo. Maru no se lo esperaba. Yo tampoco, a decir verdad. Juraría que amenazaba con escaparse una lágrima de sus ojos anonadados.

Creo que volví a ver a Maru por la Manga, pero no estaba segura de si sería él. E imaginé todos los Marus que atraviesan kilómetros de costa a grandes zancadas con sus historias tras ellos. Sus amores, sus hermanos, sus padres, su familia. Sus dramas, sus hambres, sus sueños, sus desvelos… ¿Cómo llegaron a este Guiriland? ¿Qué esperan de la vida? ¿Qué piensan en verdad de nosotros que casi los vemos ya como parte del paisaje sin inmutarnos? ¿Cuánto dinero les costó llegar hasta aquí? ¿Cuánta ingenuidad han sacrificado cada día que amanecen en una playa diferente, en una orilla desconocida?¿Hasta donde están dispuestos a luchar?

Incluso, me gustaría saber cuántos de ellos se han rendido y se conforman con ver el sol cada mañana, poder resguardarse de la lluvia, comer un plato al día y tener un jergón donde dormir. Porque cuando se sufre demasiado ya no se espera demasiado de nadie, ni de los días. Quizá en su lengua se repitan aquello de: “virgencia, que me quede como estoy”.

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


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