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Lola Gracia

Vivir en el filo

Del sexting a la sextorsión

El sexo como moneda de cambio no es algo nuevo. En la Edad Media ya existía el derecho de pernada. El señor feudal podía hacer uso de este abuso y acostarse con la mujer de su siervo en la noche de bodas. Repugnante.

El sexo sin procreación estaba mal visto Sin embargo, esta norma injusta, perpetuada por la coerción que otorga el poder, se consentía. Bravo.

La sextorsión es otra cosa. Es un chantaje. A veces, la moneda de cambio es sexo el silencio. En otras, dinero :”Me devuelves mis desnudos y mi paz y te daré lo que me pides/exiges”.

Ambas prácticas son terribles e injustas y, sí, no me duelen prendas en calificarlas como lo que son: delitos.

Lo más triste de todo es que lo que para muchos comienza como un juego inocente se convierte en una auténtica pesadilla. Hace tiempo hablamos de los riesgos del sexting. Ya saben, esa moda de pasarse fotos en poses insinuantes o mostrando partes del cuerpo desnudas. Estas tonterías que incluso podemos hacer los adultos pero que llevan a cabo con  más frecuencia los adolescentes, quizá ignorantes de los riesgos que conlleva.

Sólo daré dos leyes incontestables: cualquier contenido relacionado con tu persona que se comparte con otra ya es libre. Dejas de tener cualquier clase de control sobre ello, ya sean secretos o fotos subidas de tono. La segunda ley es una muy conocida: que tu mano izquierda no sepa que hace la derecha y si te va tanto la marcha como para ir enviando imágenes de partes de tu cuerpo, mejor córtate la cabeza (metafóricamente hablando, que no salga tu cara, vamos). Evitarás riesgos innecesarios

En la sextorsión también hay engaño. Muchos usuarios captan a sus víctimas a través de la red Tinder, haciéndose pasar por humanos cuando en realidad uno interactua con una máquina o bot. Así que, mucho ojo con las amistades que nuestros hijos hacen vía on line.

Por supuesto, la suplantación de personalidad está a la orden del día, cualquier cosa es válida para conseguir esta mercancía valiosa intercambiable por sexo o por dinero.

Hay hackers que entran en el ordenador,  encienden tu webcam y te graban sin que te percates. Por eso es aconsejable no sólo tenerla apagada si no colocada en lugares poco comprometidos.

Los modos y formas de conseguir fotografías y desnudos varían aunque no cabe duda que casi siempre se juega con la inocencia y la buena fe de muchos usuarios.

Acaban de conocerse dos nuevos casos de sextorsión en Cuenca pero este delito es antiguo. Como tal, y con esta denominación, se conoce en Estados Unidos desde 1950. Lo que ha cambiado es el modo de acceder al material sensible y lo peligrosamente fácil que es exponer nuestra imagen a los demás, gracias a las nuevas tecnologías.

La pregunta que me hago es por qué algo tan trivial como es un cuerpo desnudo provoca tanta expectación y levanta tantas pasiones. Después de todo, cada cual tiene sus órganos genitales. ¿Qué es lo que excita al voyeur? ¿Saber que esas imágenes se han obtenido por medios ilícitos? ¿El robo y la agresión que supone conseguir sexo por esas vías menos habituales donde no priman seductores ni seducidos sino una relación de poder y opresión?

Lo preocupante para mi es la impunidad con la que todavía muchas personas ejercen estos delitos, la cantidad de jóvenes y adolescentes que sufren por estos chantajes y la dificultad de acceder a los agresores, cuya identidad casi siempre permanece oculta o falseada.

En este caso, una imagen no vale más que mil palabras. Vale por vejaciones y vale por abusos.

 

 

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


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