García Martínez – 14 enero 1993
Esta vez toca vídeo. El de la Familia Real española, realizado por una periodista inglesa. (Otra periodista, pero de aquí de la tierra, María Eugenia Yagüe, se niega considerar colega la británica, por entender que se trata de una trepa. ¡Jesús, qué tropa!). El video real no tiene, si bien se mira, mayor trascendencia pero alguien se ha empeñado en convertirlo en el suceso del año. Ayer escuché, a través de Onda Cero, el sonido de las partes más notables. ¿Y qué? Pues nada. Son las preguntas típicas –y tópicas- de un extranjero: qué “pa”, la noche del 23 F, si el Rey pensó en algún momento en huir de España, si el Príncipe se puede casar con una chica que no sea de sangre real, o por qué no viven todos en el Palacio de Oriente…
Desde luego, las respuestas no descubren nada que los españoles no supiésemos ya. Lo que pasa es que el trabajo está hecho sin prejuicios, utilizando una fórmula -muy vieja, por cierto- que algunos serios de aquí llamaron frívola. A don Sabino no le gusta, pero eso no tiene nada de particular. Ni justifica el tomate que se ha montado en España.Se escandalizan algunos de que el Rey, bromeando, lanzara al agua a la periodista, o que fuese ella la que le indicase cómo tenía que arrancar la moto. ¿Y qué tiene eso de escandaloso?
¿No será que, a pesar de vivir en un régimen de libertades, seguimos siendo los españoles unos estrechos?